Urueña, su castillo, sus murallas
El Castillo, la muralla, las puertas del Azogue y la VillaEl castillo de Urueña
Situado en el extremo suroriental de la población, presenta una forma rectangular adornada con cubos semicirculares a lo largo de todo su perímetro, a excepción del ubicado al sur, la llamada Torre del Homenaje, que tiene forma cuadrada. En el punto de unión del castillo con la muralla se encuentra un cubo de grandes dimensiones conocido con el nombre de Peinador de la Reina o Torreón de Doña Urraca, el cual constituye el punto más alto del conjunto monumental castillo-murallas.
Hoy día sólo conserva los muros exteriores, habiendo desaparecido por completo las distintas estancias que pudo tener en el pasado.
Fue mandado construir hacia el año 1060 por el monarca castellano Fernando I el Magno sobre los restos de una antigua fortificación romana.
Aquí residieron personajes muy influyentes de la historia castellana, como lo fue la reina Doña Urraca (s. XII), cuya presencia dio nombre al torreón antes mencionado o María de Padilla, que fue recluida en el castillo a mediados del siglo XIV por su amante Pedro I el Cruel, el cual la visitaba estando desposado con Blanca de Borbón.
Por otra parte, esta fortaleza estuvo también destinada a prisión. Entre sus muros sufrió condena, entre otros, el conde Pedro Vélez, que murió de una forma peculiar al ser encontrado en amoríos con una prima del rey Sancho III el Deseado (1157-1158).
La sentencia, dictada por el monarca, decía lo siguiente:
No le den cosa ninguna donde pueda estar echado
y de cuatro en cuatro meses
le sea un miembro quitado
hasta que con el dolor
su vivir fuese acabado.
También fueron hechos prisioneros aquí el conde de Luna, el conde de Urgel, y la infanta Beatriz de Portugal. A mediados del siglo XV entró en posesión de los Condes de Urueña , siendo residencia del corregidor a través del cual estaban representados en la población.
Recinto amurallado
Hoy en día, Urueña conserva el 80% del recinto amurallado que originalmente cercaba la población en su totalidad. La muralla encierra, en sí, una superficie de casi 7 hectáreas, de forma irregular, articulando la población en torno a la calle que une las dos únicas puertas existentes en la misma: la del Azogue y la de la Villa.
La muralla se asienta sobre los restos de una antigua cerca romana cuyos vestigios nos hacen pensar que abarcaba una extensión mucho mayor que la existente en la actualidad. En relación con ello, no lejos de Urueña encontramos un pago conocido como “Los Castellares”, referido, con toda probabilidad, a la existencia en ese lugar de una fortificación muy antigua.
La actual construcción, que comenzó a levantarse aproximadamente cien años después del castillo, fue promovida por la infanta doña Sancha, hermana de Alfonso VII el Emperador y señora de la villa. Las obras se pueden datar entre mediados del siglo XII y comienzos del XIII, en un momento en que Urueña hacía de puente fronterizo entre los reinos de León y Castilla, razón por la cual se estimó muy conveniente dotarla de un adecuado sistema defensivo.
Hoy día podemos disfrutar de un agradable paseo por el adarve de la muralla en dos recorridos diferenciados: el primero situado en el lienzo sur (entre el castillo y la Puerta de la Villa, desde el cual se divisa el valle de la Ermita y las ruinas del antiguo monasterio benedictino del Bueso), y el otro a lo largo del lienzo oeste (entre la Puerta de la Villa y el mirador del Cubo Nuevo, desde el cual se puede divisar la inmensidad de Tierra de Campos y, en días claros, tanto la Sierra de la Culebra como los Montes de León).
La puerta de la Villa
La Puerta de la Villa, al sur, es un arco apuntado que antiguamente portaba las armas de los Girón, condes de Urueña y señores de la villa. Aún conserva la ranura central para introducir la reja y huecos para los goznes de las puertas. Al abrirse abruptamente hacia el páramo, carece del sistema defensivo que encontramos en la del Azogue.
La puerta del Azogue
La Puerta del Azogue, situada al norte, constituye la entrada principal de la villa. Se trata de un arco de medio punto flanqueado por dos cubos que crean un estrecho pasillo defensivo, preparado para proteger la villa de posibles incursiones exteriores.